Las cosas no terminan siendo lo que empezaron siendo, las cosas cambian, pero hay diferencia en que las cosas cambien y que las cosas dejen de ser. Muchas cosas han dejado de ser y no lo hemos notado; las sostenemos, las conservamos, pero solo está en nosotros el recuerdo de lo que fueron, pues ya no son en el presente.
Cuando las cosas que vivimos dejan de ser presente y son mejores en nuestra memoria que en nuestra vida, permanecer en ellas es permanecer muerto, pues permanecemos siendo lo que ya no somos, vivimos siendo lo que fuimos cuando esas cosas estaban vivas. Y no solo permanecemos muertos, también permanecemos con algo muerto, con algo que ya ha dejado de ser. Lo que no está vivo en el presente impide el presente.
No podemos vivir del pasado, independientemente de si fue hermoso o desastroso. El pasado no puede sostener el presente y el futuro. Cuando intentamos sostener nuestra vida del pasado, en realidad, lo que hacemos es impedirnos vivir el presente y anular la posibilidad del futuro. Cuando vivimos con lo que ya no vive, no vivimos hacia delante, vivimos haca atrás.
Sabemos que debemos irnos de algunas cosas porque esas cosas no pueden ser en el presente, solo pueden ser en el pasado. Y eso no quiere decir que esas cosas sean malas, sino que simplemente ya no son y nosotros ya no somos para ellas. Han cumplido su tiempo con nosotros. Las cosas que dejaron de ser solo están vivas en nuestra memoria y en nosotros vive la belleza de lo que fueron, pero si las vemos ahora, nos damos cuenta de que fueron mejores en el pasado y que en nuestra vida presente no tienen mayor importancia.
Cuando el pasado es mejor, no hay futuro. Es decir, cuando algo que empezamos a vivir hace mucho ha dejado de estar tan vivo como lo recordamos y ahora solo nos carcome el pensamiento de que antes era mejor, es porque esas cosas ya no deben permanecer en nosotros ni nosotros en ellas. Y esto no significa que las cosas no cambien con el tiempo y que la ilusión del principio de las cosas debe permanecer siempre, no es así, las cosas cambian y no son lo mismo que al principio, pero si hemos llegado al punto en que esas cosas, más allá del cambio, se han deteriorado por completo y no hacemos más que vivirlas a través del recuerdo y de soportarlas por lo que fueron y no disfrutarlas por lo que son, es momento de dejarlas atrás. Cuando vivimos las cosas en el recuerdo y las sufrimos en la vida, es momento de deshacernos de esas cosas.
Debemos saber reconocer cuándo las cosas han caducado en nuestra vida y sacarlas de nuestra vida en ese momento, porque si las dejamos más, viviremos del recuerdo de esas cosas y no de las cosas como tal, pues ya estarán muertas en el presente. No podemos vivir del recuerdo de lo que las cosas fueron, solo podemos vivir de lo que las cosas son . Solo podemos vivir en el presente con lo que está vivo en el presente y no con lo que estuvo vivo y no lo está más.
Cuando el pasado es mejor, no hay futuro. Cuando el pasado es mejor, las cosas han terminado y estamos aferrados a lo que fueron y no a lo que son, por lo que es imposible que sobrevivan al presente y al futuro. Aunque las conservemos, ya no estarán con nosotros ni nosotros con ellas y solo serán un obstáculo para nuestra vida.