En algún momento de nuestra vida nos enfrentamos al sentimiento de no encajar, ya sea en lugares, personas o situaciones. Algunos utilizan ese sentimiento para abrazarse a sí mismos, otros lo utilizan para rechazarse a sí mismos. Lo que hacemos con ese sentimiento puede definir toda nuestra vida, para bien o para mal. Sentir no encajar nos puede hacer dudar de nosotros o nos puede confirmar lo que somos.
El sentimiento de no encajar está más presente y vivo en quienes miran hacia dentro, en quienes tienen cierto conocimiento sobre sí mismos o han tocado, de alguna forma, su propio ser. En ellos, el sentimiento de no encajar es más constante. Y en muchas ocasiones ni ellos mismos son conscientes de que su sentimiento de no encajar proviene justamente de esa aproximación a sí mismos. Ya lo dijo Hermann Hesse: “Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo”, y sobre esa misma frase podríamos decir que, quien encaja en el mundo, está lejos de encontrarse a sí mismo.
Cuando no sabemos lo que somos, encajamos en cualquier parte. No es que seamos adaptables, sino que somos cualquier cosa que el lugar nos exija. Cuando no somos nosotros mismos, no vemos ni sentimos que no encajamos, pues nos amoldamos a los lugares y personas, no tenemos problema en ser algo que no somos. Resolvemos el sentimiento de no encajar, que podría existir, aunque sin ser conscientes de él, a través de ser algo que no somos. Nuestra capacidad de amoldarnos a todo lugar no permite el sentimiento de no encajar. Y eso ni siquiera es una capacidad de amoldarse, porque uno no se amolda porque es capaz de amoldarse, sino porque es incapaz de ser uno mismo. Y más que amoldarse, es deformarse.
Podemos creer que el sentimiento de no encajar nos está diciendo que no somos suficientes para ese lugar en el que no encajamos o para las personas con las que estamos, y esa creencia puede obligarnos a estar en ese lugar y a hacer cosas que no queremos hacer con tal de ser suficientes para ese lugar. Muchos vivimos así y vivir así es vivir para otros. Podemos creer que el sentimiento de no encajar nos está diciendo que no debemos mostrar lo que realmente somos al mundo. Podemos creer que el sentimiento de no encajar nos está diciendo que lo que somos no está bien y que es mejor ser alguien más.
El sentimiento de no encajar es más que un sentimiento, es nuestro ser manifestándonos lo que somos y el lugar al que no pertenecemos. El sentimiento de no encajar no nos está diciendo que somos poco para un lugar o para las personas con las que estamos. El sentimiento de no encajar no nos está diciendo que debemos hacer algo para encajar. El sentimiento de no encajar no nos está diciendo que no somos parte de nada, nos está diciendo que somos parte de algo distinto. El sentimiento de no encajar es el grito de nuestro ser diciéndonos en dónde no podemos ser.
Lo que nos hace permanecer en donde no encajamos no es lo que somos, no es nuestro amor por el lugar o por las personas, sino nuestro miedo a ser rechazados, nuestro miedo a perderlo todo, nuestro miedo a la soledad. Y al permanecer por miedo a ser rechazados, aparentemente podemos encajar y ser aceptados por el mundo, pero lo que en realidad sucede es que nosotros nos estamos rechazando a nosotros mismos y ese rechazo nos somete al mundo.
Sentir no encajar es la consecuencia de acercarse a uno mismo, pero si no comprendemos eso, podemos tomar el sentimiento de no encajar como algo en nuestra contra y podemos terminar alejándonos de nosotros mismos; porque al sentir no encajar nos sentimos lejos del mundo y esa distancia puede provocar un profundo sentimiento de soledad. Entonces podríamos alejarnos de nosotros con tal de no alejarnos del mundo y así no sentirnos solos.
Sentir no encajar es una señal de que vamos caminando hacia nosotros y ese caminar hacia nosotros también implica una separación de los lugares y de las personas con las que encajamos en algún tiempo. Podemos huir de ese sentimiento o podemos aceptarlo. Si huimos, nos veremos obligados a huir de nosotros. Si lo aceptamos, nos adentraremos más a nosotros. No encajar es el riesgo que se corre por ser uno mismo. Pero encajar es peor que no encajar, es deformarse por dentro, es morir internamente.