huir de ti no te salva de ti

A menudo, cuando tenemos un conflicto interno, lo que hacemos es huir, y no solo de ese conflicto, sino de nosotros mismos. Huimos de ese conflicto a través de huir de nosotros mismos, pero al huir, no es que nos deshagamos de ese conflicto o que en realidad huyamos; tampoco nos deshacemos de nosotros mismos. Pues no podemos separarnos de nosotros mismos, lo que hacemos al huir es evadirnos momentáneamente, pero evadir no elimina lo que evadimos, muchas veces, evadir hace crecer lo que evadimos. 

Huir no es huir cuando es de nosotros mismos de quien huimos. Más bien, cuando huimos de nosotros mismos, lo que hacemos es someternos a esas cosas de las cuales huimos. Le damos poder a esas cosas. Pues no tenemos el valor para enfrentarlas y lo que hacemos al huir es dictado por nuestro miedo a las cosas de las que huimos y no por el poder que tenemos sobre nosotros mismos. Ese miedo que nos hace huir, por lo general, nos lleva  a hacer cosas que nos dañan, porque no son cosas que por voluntad y libertad buscamos, no son cosas que buscamos desde nuestra verdad, son cosas que buscamos para evadir otras cosas, para evadirnos a nosotros.

No es el poder sobre nosotros mismos el que nos lleva a huir de nosotros, más bien, es la ausencia de poder sobre nosotros mismos. Es el miedo el que nos hace huir, pues si fuese el poder sobre nosotros, no huiríamos, enfrentaríamos las cosas. Es el miedo el que nos hace huir y es un miedo producto de la ignorancia sobre nosotros mismos, un miedo que es producto de no ser lo que somos, de estar lejos de nuestra verdad.

Al huir de nosotros mismos, nos sometemos a nosotros mismos, o más bien, nos sometemos a lo que no somos, nos sometemos a lo que el miedo nos hace ser. Vamos a destruirnos a los lugares que vamos cuando huimos de nosotros mismos, pues no somos nosotros los que vamos, es nuestro miedo el que nos lleva. 

Cuanto más huimos de nosotros, más víctimas somos de nosotros, más daño nos hacemos. No podemos huir de lo que llevamos dentro. Huir solo hace crecer esa monstruosidad de la que huimos, no la destruye. Y cada vez que huimos, le damos más poder a las cosas de las que huimos, por lo que vivir con nosotros se vuelve peor. No nos soportamos.

Huir de nosotros mismos no nos salva de nosotros mismos. Huir es perdernos. La única manera de salvarnos de nosotros es enfrentándonos a nosotros. Pues al enfrentarnos a nosotros mismos, tenemos poder sobre nosotros, no somos víctimas de nosotros. Enfrentarnos a nosotros mismos es hacernos responsables de nosotros, huir es hacer responsables a las cosas de nosotros.

Huir de nosotros mismos nos hace sentir inferiores, pues pensamos que las cosas que nos suceden son superiores a nosotros. Huir de nosotros mismos nos hace sentir culpa, pues no nos estamos haciendo responsables de nosotros, nos estamos evadiendo. Huir de nosotros mismos nos hace sentir débiles, pues le damos el poder a las cosas de las que huimos. Huir de nosotros mismos nos hace sentir inseguros, pues no huimos desde una certeza o confianza, sino desde un miedo.

Permanecer en nosotros mismos, aunque queramos huir, es vencer sobre nosotros mismos. Enfrentarnos a nuestro ser y a las cosas de las que queremos huir, independientemente del dolor que pueda implicar eso, nos lleva a fortalecer nuestra verdad y nuestro poder sobre nosotros mismos. Enfrentarnos a nosotros mismos nos vuelve fuertes, nos vuelve responsables de nosotros. Pero no podemos enfrentarnos a nosotros y permanecer en nosotros, sin conocer nuestro ser. El conocimiento sobre nosotros nos hace enfrentarnos, nos da esa seguridad, ese valor; pues nos enfrentamos a nosotros mismos desde nuestra verdad y justamente el no huir hace que nos conozcamos más.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s