elegirse a uno mismo

Nos pasamos la vida eligiendo a otros, eligiendo lo de otros. Nos pasamos la vida dando el primer lugar a otras personas, dejándonos para después, para un después que nunca llegará, pues nosotros no estamos dispuestos a dárnoslo. Nos pasamos la vida viviendo para otros, ignorando nuestra vida, ignorando lo que somos. Nos pasamos la vida dejándonos en último lugar y eso dice todo, no sobre lo que somos, sino sobre lo que pensamos de nosotros mismos.

Las personas que amamos tienen un lugar en nosotros, pero el lugar que tienen las personas que amamos nunca puede ser mayor al lugar que nosotros debemos tener en nuestra vida. Todas las personas que amamos deben ocupar un lugar después de nosotros, no antes. Nosotros somos nuestra prioridad. No es que seamos más que las personas que amamos, pero no podemos permitir que las personas que amamos tengan más importancia en nuestra vida que nosotros mismos.

Cuando cedemos el lugar más importante en nuestra vida a otras personas, aunque parezca bueno y parezca que lo hacemos por amor, lo que en realidad estamos haciendo es dejando de vivir nuestra vida y dedicándonos a vivir la vida de otros. Esto nos puede conducir a odiarnos y a destruirnos. Ceder nuestro lugar a otros no es amarles, es dejarnos de amar. Al dar a otros nuestro lugar, toda nuestra vida, todo lo que hacemos, todo lo que somos, pensamos y sentimos, gira en torno a las personas a las que les damos ese lugar.

Cuando son otros los que ocupan nuestro lugar, nosotros estamos después, nosotros estamos de último. Todo se trata siempre de lo que otros quieren, de lo que otros son, no de nosotros. Elegimos la vida de las personas a las que les dimos nuestro lugar. Cualquier cosa que ellos quieran es importante para nosotros y no nos importa sacrificarnos, no nos importa si esas cosas no son las que queremos hacer, no nos gustan o nos dañan; las hacemos siempre. Y aunque nos sentimos mal por esa elección, por hacer lo que otros quieren, no dejamos de hacerlo, pues creemos que al dejar de hacerlo, les estamos fallando, les estamos dejando de amar, y nunca consideramos el hecho de que en realidad nos estamos fallando a nosotros, de que nos dejamos de amar a nosotros.

Al elegir a otros por encima de nosotros, aunque parezca que es por amor, no es amor, pues el amor no puede darse en la ausencia de ser, y al elegir otros, estamos dejando de ser, estamos viviendo la vida de otros, por lo que es imposible que esa elección hacia otros sea por amor. Más bien, esa elección impide el amor y da lugar a obsesiones, a ataduras, a miedos.

Dejar de elegir a otros no es quitarles importancia en nuestra vida, es darnos la importancia que nosotros debemos tener en nuestra vida. Y no es algo en contra de las personas que amamos.  A nadie le fallamos al elegirnos a nosotros mismos, pero nos fallamos a nosotros mismos al elegir a otros. Y al fallarnos a nosotros mismos, no hay manera de que se puedan sostener nuestras relaciones. Nadie es menos en nuestra vida por elegirnos a nosotros, más bien, al elegirnos a nosotros podemos dar a las personas que amamos el lugar que merecen, de una forma libre y sana.

El concepto que tenemos sobre nosotros mismos es el que nos lleva a elegir a otros por encima de nosotros. Cuanto peor es el concepto que tenemos de nosotros, menos importancia tenemos nosotros en nuestra vida y más importancia tienen los demás, pero no es una importancia sana, sino enfermiza, pues no nace de nuestra verdad, sino de nuestros miedos. Cuanto menos importancia tenemos nosotros en nuestra vida, vivimos para otros, ponemos la vida de los demás por encima de la nuestra. 

Si tenemos un mejor concepto de nosotros mismos, tendremos una mayor importancia en nuestra vida, y no es que los demás tengan menos importancia, más bien, tendrán la importancia que deben tener, una importancia sana, producto de lo que realmente somos. Esto hará que elijamos nuestra vida, lo que somos. Pero no podemos tener un mejor concepto de nosotros sin conocernos a nosotros mismos. El conocimiento sobre nosotros mismos nos da ese mejor concepto sobre nosotros, lo cual nos lleva a darnos la importancia que necesitamos y a elegirnos por esa importancia, a elegir lo que somos, nuestra vida. Dejamos de vivir para otros y empezamos a vivir para nosotros. 

Al elegirnos a nosotros desde nuestra verdad, estamos protegiendo lo que somos, estamos salvando lo que somos. Y no nos sentimos culpables por elegirnos, nos sentimos en paz, nos sentimos libres, nos sentimos amados, nos sentimos valorados, sentimos que no nos fallamos. Solo cuando nos elegimos desde algo que no somos, sentimos culpa, sentimos que hicimos algo mal en elegirnos, sentimos que le fallamos a los demás. También nos sentimos culpables y sentimos que fallamos cuando elegimos a los demás por encima de nosotros, y eso expresa que esa elección es ajena a nosotros. 

Elegirnos a nosotros mismos es una manifestación de lo que somos para nosotros. Solo al conocernos y ser nosotros mismos, podemos elegirnos, pues nos elegimos desde lo que realmente somos. Elegirnos a nosotros mismos no es una opción, es una necesidad, es una forma de salvarnos. Y es probable que, en algún momento, elegirnos a nosotros mismos sea doloroso, porque tal vez nos lleve a romper un vínculo, pero elegirnos a nosotros mismos es lo que hace que no nos vayamos de nosotros. 

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