Pareciera que solo tenemos que enfrentar lo que viene y luchar con eso, aprender a vivir con lo que viene y superar lo que sucedió. Pero la realidad es que también tenemos que enfrentar lo que no viene, tenemos que luchar con lo que no vino y aprender a vivir con lo que nunca fue. Y a veces es más difícil superar lo que no vino que lo que vino, es más difícil aprender a vivir con lo que no fue.
No importa que las cosas no hayan sido, dentro de nosotros sí fueron, y que hayan sido dentro de nosotros es lo que nos destroza. El mundo externo e interno no funcionan de la misma manera, uno puede morir por cosas que nunca vivieron. No podemos decir que las cosas que no sucedieron no nos afectaron, pues es justamente el hecho de que no hayan sucedido lo que nos afecta. Y eso tiene que ver con la forma en que buscábamos, deseábamos y esperábamos lo que no sucedió.
Las cosas que no suceden también duelen, las cosas que no suceden también nos hieren, las cosas que no suceden también tenemos que superarlas. No solo necesitamos curarnos de lo que sucedió, también necesitamos curarnos de lo que no sucedió, y suele ser más difícil curarnos de esas cosas, pues no tenemos una existencia con la cual justificar la herida. Pero la inexistencia también hiere.
La forma en que esperamos que las cosas sucedan es la que hace que luego, cuando no suceden, se vuelva casi imposible superarlas. Muchas veces buscamos las cosas aferrándonos antes de tenerlas, nos aferramos a la idea de esas cosas, y tenemos miedo a perderlas incluso antes de tenerlas. Eso tiene que ver con la forma en que nos relacionamos con las cosas y con nosotros mismos. Cuando dependemos de las cosas, las buscamos y esperamos de esa misma forma, eso provoca que, al no suceder, nos volvamos locos y las suframos de peor forma que las cosas que suceden, porque sentimos que nos las arrancan de nosotros, cuando ni siquiera han estado con nosotros.
Cuando nos aferramos, no solo nos aferramos a lo que existe y nos rodea, también nos aferramos a la idea de esas cosas y la idea que tenemos de esas cosas puede ser producto de nuestro miedo. No solo nos aferramos a lo que existe, nos aferramos a lo que no existe, a lo que hemos creado de ellas en nuestro interior.
A todos nos duele lo que no sucede, pero cuanto más nos aferramos, más nos duele y más difícil se nos hace superarlo. Si no aprendemos a vivir con lo que no sucede, haremos que muchas cosas que podrían suceder, no sucedan. Seremos un tropiezo para nosotros mismos. Para aprender a vivir con las cosas que no suceden, necesitamos ver la forma en que estamos viviendo con nosotros mismos, pues de eso surge todo.
Puede que nos sigan doliendo las cosas que no suceden, porque todos las abrazamos internamente antes de poder abrazarlas, aunque cada uno de distinta manera, pero la forma en que enfrentemos eso que no sucede nos hará caminar o nos hará caer. Y esa forma de enfrentarlo no está en lo que no sucede, sino en lo que somos
Amo lo que escribes, me inspiras
Me gustaMe gusta