Si no eres honesto contigo mismo, nunca serás libre de ti. Solemos exigir honestidad de los demás, la verdad de los demás, y no aceptamos que alguien no lo sea con nosotros, pero nos dejamos a nosotros a un lado. Nos vivimos mintiendo, engañando, traicionando. Muchas veces, sin darnos cuenta y otras veces deliberadamente. Buscamos ser libres de nosotros mientras nos engañamos. Buscamos ser libres de nosotros mientras nos atamos. No hay manera de ser libres de nuestro propio ser mintiéndonos.
La libertad no es resultado de la mentira, la libertad es resultado de la verdad. Muchas veces buscamos ser libres mientras nos mentimos y luchamos por encontrar esa libertad, pero no nos damos cuenta de que esa imposibilidad de encontrar libertad proviene de una mentira, de no ser honestos con nosotros mismos.
Si te pregunto si confiarías en alguien que siempre miente, con toda firmeza responderías que no. Confiamos en la verdad y es por eso que carecemos de confianza en nosotros mismos, porque nos vivimos mintiendo. Vivimos fingiendo ser alguien que no somos, vivimos aceptando cosas que no van con nosotros, vivimos quedándonos en lugares que no son nuestros, vivimos diciendo sí cuando queremos decir no y viceversa. Vivimos ocultándonos de distintas maneras, vivimos rodeándonos de personas que nos consumen.
Tenemos miedo a ser honestos con el mundo y con nosotros mismos, porque creemos que el mundo no nos aceptará tal y como somos, y porque nosotros no nos aceptamos tal y como somos. Ese miedo a ser honestos probablemente proviene de nuestra experiencia con la honestidad. Puede ser que las veces que hemos sido honestos, hemos experimentado consecuencias dolorosas y eso nos creó el miedo a decir la verdad y ser honestos, pero todo tiene consecuencias, tanto la honestidad como la ausencia. Pero claro está que la ausencia de honestidad tiene consecuencias que nos impiden vivir.
Hemos decidido vivir en una mentira como una forma de protegernos de las consecuencias de la verdad, porque en nuestra mente, el rechazo es una consecuencia de la verdad y nadie quiere ser rechazado, pero mientras huimos del rechazo del mundo a través del miedo y de la mentira, somos rechazados por nosotros mismos y ningún otro rechazo puede ser peor. Viviendo en la mentira lo que menos podemos es vivir, pues somos esclavos de esa mentira, nadie es libre fingiendo, nadie tiene paz mintiendo; no hay libertad en la mentira.
Ser aceptado por el mundo siendo alguien que no somos es, en realidad, ser rechazado, pues el mundo aceptará una mentira y nosotros nos someteremos a esa mentira y nos veremos obligados a ser esa mentira. Ser rechazado por el mundo por ser lo que somos es, en realidad, ser aceptado, pues el mundo ha rechazado una verdad y nosotros seremos libres, ya que no tenemos que someternos ni obligarnos a vivir bajo un rostro que no nos pertenece.
La única forma de ser libres de nosotros, es siendo verdaderos con nosotros y al ser verdaderos con nosotros, la verdad nos rodeará. Las personas que se acerquen a nosotros cuando seamos verdaderos con nosotros, serán personas que han aceptado nuestra verdad y esas son las únicas personas que necesitamos. Lo verdadero acepta lo verdadero.
Sé honesto contigo, con lo que sientes y piensas, con lo que eres. No digas no cuando quieres decir sí, no digas sí cuando quieres decir no. No te quedes en lugares que no arden con tu mismo fuego tan solo por no quedarte solo. No aceptes lo que no va contigo. No te rodees de personas que te exijan ser lo que no eres. Di lo que piensas, di lo que sientes. No tienes que ocultarte de nadie y mucho menos de ti. No tienes que fingir alegrías que no hay, ni tienes que ocultar tristezas que sí hay. Muéstrate tal y como eres, sé transparente.
Sé verdadero contigo y serás libre de ti.