Lo que nos han hecho pesa en nosotros, pesa tanto que llegamos al punto de creer que nosotros tenemos la culpa de lo que nos hicieron, que nosotros somos los que estamos mal y que por eso las personas nos hacen daño. Pensamos que nuestros defectos hacen que las personas nos hieran, creemos que somos poco y que por eso los demás nos destruyen. Intentamos buscar más cosas malas en nosotros para justificar el daño que nos han hecho, pero nada lo puede justificar, por el simple hecho de que no es a causa de nosotros que nos hacen daño, el daño proviene de quien nos daña.
Pensamos que todo lo malo que nos han hecho proviene de nosotros y no de la maldad de los otros, y ese pensamiento proviene de dar a los demás el poder sobre nosotros, y otorgamos ese poder a quienes, aunque sea por un momento, nos hacen sentir que somos alguien, que somos más, que valemos algo, pero damos ese poder cuando nosotros no tenemos ningún poder sobre nosotros. Cuanto menos poder tenemos sobre nosotros, le damos el poder sobre nuestra vida a cualquiera.
Solo podemos dar poder sobre nuestra vida a los demás cuando nosotros no tenemos poder sobre nosotros, y no tenemos poder sobre nosotros cuando no sabemos lo que somos. En la medida en que nos conocemos, tenemos poder sobre nosotros y no entregamos ese poder a cualquiera que nos haga sentir bien, nos hacemos cargo de nosotros mismos siempre. Eso provoca que, cuando nos hacen daño, no nos culpemos a nosotros, porque sabemos reconocer lo que somos, lo que hacemos y nuestra responsabilidad en cada cosa.
Creer que lo que somos es la causa del daño que nos hacen significa que no conocemos lo que somos, a veces tenemos cierta responsabilidad en algunas cosas, pero eso no significa que lo que somos es la causa de todo el daño que los demás nos hacen, porque estaríamos excluyendo la responsabilidad de los demás. Solemos tomar la carga de lo que nos hacen, no cuando amamos a las personas que nos lo hacen, sino cuando no nos amamos a nosotros mismos. En muchas ocasiones creemos que nos hacemos cargo del daño que nos hacen porque amamos a la otra persona, pero no es así.
No somos lo que nos han hecho, aunque duela, aunque pese, aunque nos haga llorar, aunque tenga consecuencias en nosotros. Puede que tengamos cierta responsabilidad en algunas cosas que nos han hecho, pero de ninguna manera podemos ser lo que nos han hecho ni ser culpables de lo que los demás han lanzado contra nosotros.
No podemos definir nuestro ser por lo que recibimos, solo podemos definirlo por lo que damos, y por lo que nos damos a nosotros mismos cuando los demás nos dan lo peor. Las personas hacen lo que son, eso significa que el daño que nos han hecho no es por lo que somos, sino por lo que ellas son. No somos lo que nos han hecho, no somos tan poco, pero necesitamos saber lo que somos, para no creer que somos lo que nos han hecho.